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Hablamos de Microchips

Fecha:  jueves, 09 de septiembre de 2021

 
 
Un microchip es un componente electrónico que está presente en casi cualquier dispositivo tecnológico actual, desde juguetes, electrodomésticos, utensilios de higiene y belleza personal; además de todos los dispositivos de comunicaciones, ordenadores, dispositivos móviles y de ocio, como consolas de videojuegos. Son parte fundamental de nuestros ecosistemas digitales y se ocupan de que todos estos dispositivos funcionen correctamente.
 
No todos los microchips tienen las mismas funcionalidades, unos son capaces de realizar un puñado de tareas sencillas, como el que tiene un cepillo de dientes de última generación, y otros son enormemente sofisticados, como, por ejemplo, una CPU de ordenador o de un dispositivo móvil.
 
De este modo, su proceso de fabricación también es diferente, un microchip "sencillo" no requiere de una fábrica super sofisticada para su producción (hay muchas de estas repartidas por todo el planeta). Pero la cosa se complica cuánto más sofisticado y complejo es el microchip, los ordenadores, dispositivos móviles, consolas de videojuegos o la industria del automóvil; que hasta hace poco no era un cliente habitual del microchip de altas prestaciones, pero debido a la electrificación y el coche conectado se han convertido en grandes demandantes de este tipo de microchips. Todos ellos dependen de alguna de las escasas fabricas capaces de producir estos sofisticados microchips a nivel mundial: TSMC y Samsung son las principales.
 
¿Qué es lo que sucede ahora con la llamada "Crisis del microchip"?
 
Covid-19, sí, podemos decir que el culpable de todo esto que está sucediendo son consecuencias de la pandemia que estamos sufriendo, pero no el único culpable.
 
En 2020, en plena pandemia, ya habíamos sufrido confinamientos, restricciones de movilidad, etc., lo que provocó que nuestros hábitos sociales y laborales cambiasen radicalmente. Teletrabajo y pasar más tiempo en casa se volvió habitual, lo que supuso una altísima demanda de dispositivos móviles y ordenadores para adaptarnos al teletrabajo y de videoconsolas, principalmente, para el ocio.
 
Para la campaña de Navidad de 2020 varias empresas planeaban lanzar sus novedades a nivel mundial, algunas de las más relevantes son AMD - procesadores y tarjetas gráfica-, NVIDIA – tarjetas gráficas-, APPLE - nuevos iPhone 12- , SONY - PlayStation 5-, todos dependientes de uno de los escasos fabricantes de microchips, TSMC o Samsung. La demanda era brutal y muchos de estos artículos se agotaban a los pocos días de salir al mercado y algunos de ellos, siendo objeto de especulación, duplicaban o triplicaban su precio de salida.
 
A esto hay que añadir la altísima demanda de chips de la industria del automóvil a la que se le está metiendo mucha prisa por electrificar la movilidad mundial. Ahora mismo, es la industria más afectada por la escasez de chips.
 
Se estima que el 60% de la producción de microchips se origina en Taiwán y, como el resto del planeta, se ha visto afectada por las restricciones y los distintos brotes de Covid 19, provocando cierres temporales de las fábricas y mermando sensiblemente la capacidad de producción. A esto hay que añadir la mayor sequía de las últimas décadas en la región, que ha provocado una escasez importante de agua, imprescindible para la fabricación de microchips.
 
Por tanto, cuántos más chips necesitamos, menos somos capaces de producir y las personas expertas prevén que esta situación se prolongue al menos todo el 2022. 
 
Podríamos pensar que deberíamos instalar más fábricas de microchips y que, a su vez, no estuvieran concentradas en un solo área. Es una posibilidad, pero no es tan sencillo, el proceso de fabricación de los microchips es extremadamente complejo. Implantar una de estas fábricas en Europa o EEUU llevaría algunos años, y no solo por el proceso de levantar la fábrica, sino por dominar la tecnología necesaria en el proceso de fabricación.
 
Al comienzo de la pandemia, nos dimos cuenta de la tremenda dependencia a la que nuestras industrias están sometidas, cuando vimos que no teníamos infraestructura para fabricar algo tan simple como una mascarilla, consecuencia directa de la globalización. Poco a poco, hemos ido deslocalizando procesos de fabricación a zonas económicamente más convenientes y esto crea graves problemas en situaciones como la actual. 
 
Empiezan a verse intentos para revertir la situación tanto en Europa como EEUU, pero llevará mucho tiempo tener, al menos, parte del control sobre la fabricación de microchips.
 
  • Bosch uno de los principales proveedores tecnológicos en la industria del automóvil acaba de anunciar la apertura de una fábrica de obleas de silicio en Alemania.
  • EEUU destina 52.000 millones de $ para la investigación y apertura de nuevas plantas de fabricación de microchips
  • Zona Franca proyecta una fábrica de microchips en Vigo, sería una de las primeras de Europa en emplear técnicas fotónicas en su fabricación.
Manuel Freire 
Asesor CPED
 

Fuente:  SmartPeme